
Una experiencia de gracia que los hizo enamorados de Dios en Jesús, al punto que Jacinta llega a exclamar: ‘Me gusta tanto decir que a Jesús lo amo. Cuando lo digo muchas veces, parece que tengo una luz en el pecho, pero no me quemo’.
Y Francisco decía: ‘Lo que más me gustó fue ver a Nuestro Señor, en aquella luz que Nuestro Señor nos puso en el pecho. ¡Me gusta tanto Dios!’"
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