“Europa ha de abrirse a Dios, salir a su encuentro sin miedo”, dijo el papa Benedicto XVI ante las 7.000 personas que pudieron acceder a la Plaza del Obradoiro, y las decenas de miles que pudieron seguir la celebración a través de las pantallas gigantes dispuestas en varios puntos de la ciudad.
El Pontífice recordó, además, que Dios “no es el enemigo del hombre”.
"Es una tragedia que en Europa, sobre todo en el siglo XIX, se afirmase y divulgase la convicción de que Dios es el antagonista del hombre y el enemigo de su libertad”, aseveró.
“Dios es el origen de nuestro ser y cimiento y cúspide de nuestra libertad; no su oponente”, subrayó el Papa. “¿Cómo es posible que se haya hecho silencio público sobre la realidad primera y esencial de la vida humana?”
"Los hombres no podemos vivir a oscuras, sin ver la luz del sol. Y, entonces, ¿cómo es posible que se le niegue a Dios, sol de las inteligencias, fuerza de las voluntades e imán de nuestros corazones, el derecho de proponer esa luz que disipa toda tiniebla?”, se preguntó el Papa.
Frente a un paganismo que propugna una visión de un Dios envidioso y contrario al hombre, afirmó, “es necesario que Dios vuelva a resonar gozosamente bajo los cielos de Europa”.
Es necesario también que el nombre de Dios, “esa palabra santa no se pronuncie jamás en vano; que no se pervierta haciéndola servir a fines que le son impropios”.
“Es menester que se profiera santamente. Es necesario que la percibamos así en la vida de cada día, en el silencio del trabajo, en el amor fraterno y en las dificultades que los años traen consigo", concluyó. WWW.AICA.ORG
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