
Por otro lado, las monjas de la clínica Beato Luigi Talamoni de Lecco (norte de Italia) pidieron poder seguir cuidando a Eluana Englaro. "Si hay quien la considera muerta, que deje que Eluana permanezca con nosotras, que la sentimos viva", pidieron las monjas que la atienden desde hace años. "No pedimos nada a cambio, sólo el silencio y la libertad de amar y seguir dándonos a quien es débil, pequeño y pobre", añade el comunicado de la institución religiosa.
"El amor y la dedicación por Eluana y por todos aquellos que se confían a nuestros cuidados nos llevan a invocar al Señor Jesús para que la esperanza prevalezca también en esta hora difícil, en la que esperar parece imposible", prosigue. "Nuestra esperanza es que no se procure la muerte de hambre y sed a Eluana ni a quien está en sus mismas condiciones. Por eso, una vez más, afirmamos nuestra disponibilidad para seguir sirviendo a Eluana, hoy y en el futuro", concluye la nota. El caso centró durante meses la escena mediática italiana y encendió el debate político entre quienes son partidarios de dejar de alimentarla y responder así a los requerimientos del padre de la chica, que lleva años reclamando el derecho a morir de su hija, y quienes se oponen al considerar que con ello se abandona a Eluana a una muerte por inanición. La Iglesia expresó en numerosas ocasiones su rechazo a la interrupción de la alimentación, calificando la acción de homicidio. El Servicio de Información Religiosa (SIR) de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), consideró que la sentencia judicial "ofusca el valor fundamental" de la vida. Considerar que la alimentación, la hidratación y la ventilación son meras terapias es una "auténtica mentira", ya que si así lo fueran, sería "justo" interrumpirlas. En realidad "son actos debidos no sólo para con los enfermos, sino para con todos los ciudadanos, según una solidaridad humana global que no distingue a las personas ni por raza ni por condiciones de salud, añadieron los obispos italianos.
El padre de Eluana, en cambio, considera que "dar al paciente el poder de poner un límite a la curación es algo justísimo y no significa de ningún modo matar". "Pedí justicia y los magistrados me la dieeron", afirmó Beppino Englaro, en declaraciones a los medios italianos. "Aceptar que Eluana, después del accidente no se habría despertado nunca más fue la tragedia más grande de nuestra vida. Cada día, desde hace 17 años visitamos la tumba de nuestra hija. Nuestra hija murió el día del accidente: no será la sepultura de su cuerpo la que nos diga que ya no está", explicó, al tiempo que pidió a los periodistas "silencio" y que le dejen "salir de la escena". http://www.aica.org/.
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